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Etnografía

¿QUIENES SON ELLOS? LA REPRESENTACIÓN DE LOS OTROS Y EL DESCRUBRIMIENTO DE UNO MISMO

Por: Deissy Cristina Perilla Daza (Maestría en Antropología – Uniandes – dc.perilla10@uniandes.edu.co)

 

Tuhami, Primo y  César son los protagonistas de los textos que se analizarán a continuación, pero a ellos también se les une en este rol los antropólogos que describen a estos personajes en sus respectivas narraciones, donde la representación de los otros, para el caso de ambos textos y ambos autores, trajo consigo el descubrimiento de fronteras o límites morales de los propios investigadores, por lo tanto un conocimiento sobre sí mismos, esto último es lo verdaderamente hermoso de todo ejercicio etnográfico.

Con esto, parto del argumento que la etnografía como uno de los muchos campos donde se desenvuelve el saber antropológico, presenta un reto inmenso al intentar describir al “otro” ya sea desde un punto de vista absolutamente objetivo o extremadamente subjetivo, por ello, he llegado a pensar sobre todo con la lectura de estas dos obras, que tal tarea etnográfica de descripción es imposible si uno no se involucra desde una perspectiva reflexiva en el trabajo de campo.

A Philippe Bourgois[1] y a Vincent Crapanzano[2] les pasó lo que le pasa a muchos etnógrafos cuando se sumergen en historias de vida de manera tan profunda y por tanto tiempo, se volvieron amigos de sus “sujetos de estudio” (esto fue más evidente en el caso de Bourgois), lo cual de entrada representa, como lo afirmaba Bourgois en algún momento, “Una contradicción en la etnografía porque uno hace relaciones de amistad y confianza para tener mejores datos” (Pavón 2013, 3) , y no sólo por esta razón, sino porque a veces tal cercanía a la intimad de sus vidas es tan fuerte que la relación investigador-sujeto de estudio se puede tornar en algo más, sobre todo cuando se vive en el seno de una comunidad que te asigna esas denominaciones de amigo, hermano o padre.

Desde tal punto de vista nos encontramos ante todo con un problema ético. Quiero ampliar este punto más adelante, pero no sin antes aproximarme y presentar aquí los argumentos centrales de cada uno de los textos, los cuales se enfocan en describir a “los otros” desde posiciones metodológicas y teóricas específicas, que desembocan en reflexiones acerca de las implicaciones éticas y políticas de la disciplina antropológica, de parte de cada uno de los autores.

Tuhami: un retrato de un encuentro

En su obra Tuhami. Portrait of a morocan, Vincent Crapanzano se vale de una narrativa escrita casi en forma de género literario para describir y representar a su personaje principal: Tuhami, un marroquí árabe analfabeto que vive en Meknes[3], donde trabaja como fabricante de baldosas en una fábrica casi abandonada en la cual vive asediado, deprimido y esclavizado a causa de los múltiples espíritus de lalla Malika, Lalla Mimuna, Lalla Mira, y por supuesto Lalla A´isha, a quienes demuestra gran devoción en sus  largas descripciones dentro de sus historias, pero a su vez con quienes comparte su tormentosa existencia. Los relatos de Tuhami a lo largo de la entrevista principal expuesta en el libro son historias que en su mayoría parecen no tener consistencia, según lo demuestra Crapanzano en varios momentos, Tuhami las hace parecer entretenidas y reales, pero en un comienzo para su entrevistador, no son más que producto de alucinaciones y fantasías.

Es así como a lo largo de los varios encuentros que Tuhami tiene con Crapanzano, este último hace un gran esfuerzo por comprender, en medio de historias donde no se sabe hasta dónde va la realidad y dónde empieza la fantasía,  cómo es construida la realidad dentro de la lógica del pensamiento de Tuhami, en este camino el autor descubre que lo que para él parecía real para su interlocutor era una metáfora de la verdad y no idéntica a ella:

“Tuhami había estado diciendo la verdad desde el puro comienzo, pero yo había estado  escuchando lo real malinterpretado como verdad, lo real estaba para mí enmascarado por la metáfora, ese fue mi sesgo cultural” (Crapanzano 1980, 130)

Así, la identidad de Tuhami, como finalmente la entiende Crapanzano dentro los relatos narrados a él, parecía estar mediada por una construcción de su realidad que involucraba una relación histórica con los espíritus she-demond a los cuales Tuhami evoca en su narrativa como símbolos esenciales que lo acompañaron en diversas etapas de su vida social, en la muerte y abandono de sus padres, en el primer encuentro sexual con una mujer, en la tragedia de su amigo quien se ahogo en el río etc.

De esta forma, el problema de la representación del “otro” radica en que, como lo comenta Crapanzano: “podemos saber la retórica de los símbolos, pero no podemos saber, excepto hipotéticamente, cómo los símbolos son experienciados” (Crapanzano 1980, xi). En este sentido, todo intento de descripción dentro de la narrativa de una historia de vida o una auto-biografía, es esencialmente una construcción de uno mismo como investigador, es decir: es un proceso donde uno se reinventa con el otro al tratar de entender sus realidades y las del propio ser.

Creo que uno de los aprendizajes más importantes que se pueden interpretar en este texto es que para entender a ese otro, el etnógrafo debe participar lo mejor posible, con una mente abierta y dispuesta, de esa realidad construida por el otro ser con el que uno se está relacionando, esto no significa, desde ningún punto de vista, que el etnógrafo no pueda sentir que aquello que le dicen o aquello que observa es incorrecto, bajo la lógica de que como las realidades son relativas entonces nosotros no podemos entrar a emitir juicios de valor porque tal acción sería considerada como algo poco profesional, por el contrario considero  que  es en este punto de encuentro donde el quehacer del etnógrafo se vuelve más gratificante, hay situaciones que no pueden seguir siendo perpetuadas, uno no tiene por qué estar de acuerdo con todo lo que le pasa los otros, justificándose bajo el axioma del no involucramiento

Con relación a este último argumento, hacia el final del libro, Crapanzano hace notar su incomprensión al hecho de que Tuhami siga permitiendo que los espíritus lo persigan, pudiendo liberarse ritualmente de ellos él prefiere la resignación, cuando se despide de Tuhami  en una escena que se sale totalmente del ejercicio estricto de la entrevista y de la narrativa, Crapanzano le regala un cuchillo y le dice “Espero que el cuchillo te de la fuerza y sea la clave para tu liberación” (Crapanzano 1980, 172). A mi modo de ver este fue un punto clave para entender la responsabilidad que el etnógrafo debe asumir en el encuentro con ese otro humano que en muchos casos no es muy distinto a él.

Encuentros en El Barrio: descripción y desilusión

Para Philippe Bougois tales situaciones de involucramiento están aún más marcadas en su libro En busca del respeto: vendiendo crack en Harlem, una etnografía donde él se vale de la técnica de observación participante aplicada en su máxima expresión, para esto se muda con su esposa e hijos al Harlem [4], donde viven como parte de la comunidad durante cinco años, desde allí se propone estudiar la economía política de la cultura callejera en la innercity[5], a su vez estudiar los métodos alternativos de generación de ingresos sobre todo en los jóvenes que habitan El Barrio, esto con el fin de resaltar la relación entre la responsabilidad individual y las restricciones sociales individuales[6] en este sector.

El autor se ubica en un sector con una historia social y económica particular, el Harlem es el sector con más segregación social en una de las ciudades más ricas del mundo, allí el comercio de crack y cocaína se ha convertido en una actividad que hace parte de la cotidianidad de sus habitantes y que involucra, de una forma u otra, a todos ellos, en especial a la población masculina para la cual ésta es su principal fuente de empleo desde los años noventas hasta la década del 2000.

Desde allí Bourgois entabla amistad con traficantes de drogas que le enseñan ese mundo también, como en el caso de Crapanzano, desde sus propias historias y relatos de vida, los cuales como se nota en las páginas del libro, lo dejan sorprendido, deprimido y maltratado emocionalmente. Primo y  César[7] se contemplan en el texto como sus protagonistas y principales informantes, a través de ellos logra entrar de una manera muy íntima y con unas descripciones muy específicas al mundo de las atrocidades y violencias que se viven en las calles de El Barrio.

Al tratar de documentar a estos individuos con sus historias dentro de estructuras sociales más complejas, Bourgois se enfrenta a un problema ético al no querer retratar esta comunidad dentro de unos esquemas culturales que refuercen estereotipos que son los que finalmente reproducen la discriminación, en palabra de Bourgois:

Cualquier examen detallado de la marginación social enfrenta serias dificultades con respecto a la política de la representación, especialmente en los Estados Unidos, donde los debates sobre la pobreza tienden a polarizarse de inmediato en torno a ideas preconcebidas sobre raza y los méritos individuales” (Bourgois 2010, 42)

Reforzar los estereotipos racistas existentes en una comunidad es una falla muy común que a la antropología le ha costado varios arrepentimientos. Sin embargo de nuevo, esto no implica que debamos seguir describiendo los hechos sociales sin asumir ninguna posición política al respecto, la agencia del individuo, la posibilidad de producir cambios, son factores que también se aplican a los antropólogos, aquí quiero reforzar la idea que sustentaba para el caso del Tuhami, el no involucramiento no nos posiciona a los antropólogos dentro de un canon que prueba nuestro profesionalismo, emitir posiciones éticas y morales es un hecho inevitable que hace parte de nuestro profesión, cuando nos enfrentamos a relatos tan dolorosos, deprimentes que nos hacen pensar que algo anda mal en el mundo, es necesario trazar una raya, esto fue lo que le pasó a Bourgois cuando sus amigos Primo y César narraban las prácticas de violaciones colectivas a mujeres de El Barrio:

“En aquel momento, las historias de violación y de sexo por fuerza me ocasionaron una depresión y provocaron una crisis en mi trabajo de campo (…) empecé a preguntarme cómo era posible que hubiera invertido tanto tiempo tomando en serio a estos psicópatas, en lo personal, estaba muy confundido porque estos violadores ya eran mis amigos (…) estos relatos de violaciones me obligaron a trazar la raya” (Bourgois 2010, 223)

En sus textos, tanto Crapanzano como Bourgois tienen límites culturales que hacen parte del ejercicio etnográfico de representación de “los otros” y sus realidades, límites desde donde se involucran puntos de vista éticos, en los cuales ellos como antropólogos y como seres humanos consideran qué está bien o mal. Esto, lejos de representar un peligro para la disciplina, la hace realmente una ciencia comprometida no sólo con el conocimiento de la diversidad humana, sino con la posibilidad del cambio social.

 

BIBLIOGRAFIA

  • Crapanzano, Vincent. 1999. Tuhami. Portrait of a moroccan. Chicago: The University of Chicago Press.
  • Bourgois, Philippe. 2010. Introducción y Capitulo 5. En En busca del respeto. Vendiendo crack en el Harlem, 31-48, 193-228. Argentina: Siglo Veintiuno Editores.
  • Pavón, Hector. 2013. Philippe Bourgois en Harlem. Revista de Cultura El Clarín, febrero.


[1] Doctor en antropología. Profesor de los Departamentos de Anthropology and Family Medicine y Community Practice en la Universidad de Pensilvania

[2] Profesor de antropología y literatura comparativa en City University of New York.

[3] Ciudad ubicada al norte de Marruecos localizada al pie de las montañas del Atlas Medio, a unos 130 kilómetros de Rabat la capital de ese país.

[4] Localidad ubicada al norte de Manhattan en la ciudad de Nueva York. Está limitado por la calle 96 al sur, el río Hudson al oeste y la calle 155 en el límite con el Bronx  junto con el río Harlem al norte y el East River al este

[5] Palabra que surge en los años ochentas en Estados unidos como eufemismo de la palabra “guetto”

[6] Bourgois se basa en la teoría de Pierre Bourdieu sobre agencia y estructura para su análisis.

[7] Bourgois afirman que entabla una amistad real con Primo, pues a César no le tenía confianza, le daba miedo por ser muy violento sin embargo respetaba el hecho de que  fuera inteligente (Pavón 2013, 2).

Comentarios

5 comentarios en “¿QUIENES SON ELLOS? LA REPRESENTACIÓN DE LOS OTROS Y EL DESCRUBRIMIENTO DE UNO MISMO

  1. Gracias Deissy, creo que esa reflexión ética es muy importante y da para discusión, sobre todo es interesante cómo esta reflexividad del etnógrafo tiene lugar en dos momentos, lo que hablaba Crapanzano del doble encuentro etnográfico (el etnógrafo con el «otro» y luego el etnógrafo en la escritura, donde tiene una «segunda oportunidad» para generar sentido).
    A mí de las dos lecturas me quedó otra pregunta, que tú tocas un poco en el texto también, y es cómo en etnografías que tienen un fuerte componente individual por su misma metodología (historias de vida) se puede dar cuenta de «lo social». Ya tenemos más o menos claro que no hay una división tajante individuo/sociedad, pero leyendo estas dos etnografías percibo que el tema tampoco está totalmente resuelto, y sobre todo con el texto de Bourgois la pregunta persiste: él no quiere estigmatizar a toda la población inmigrante puertoriqueña por las historias de vida de estos dos vendedores de Crack, pero a la vez queda claro que sus experiencias individuales están definitivamente marcadas por el contexto social, económico e institucional (como en el caso de la escuela pública), y por tanto pueden dar cuenta de un ámbito que trasciende lo puramente psicológico. No es obviamente una pregunta de representatividad de la muestra ni mucho menos, pero es interesante cómo los dos autores (y sobre todo Crapanzano, que basa su etnografía en sólo un individuo y con una mirada bastante psicoanalítica) resuelven -o no- este paso de lo individual a lo social.

    Publicado por ahurtadot | 4 marzo, 2013, 8:58 am
  2. Perdón, el anterior comentario me quedó con una cuenta vieja de wordpress.

    Publicado por Adriana Hurtado Tarazona | 4 marzo, 2013, 8:59 am
    • Sí yo de hecho todo el tiempo sentía, sobre todo en el texto de Crapanzano, que habían dos narraciones, una era de Tuhami y otra de él tratando de darle sentido a las historias de Tuhami, este estilo casi literario permite hacer estos encuentros en el texto, eso me pareció súper bonito de Crapanzano. Y con relación a Bourgois… sabes qué?, cuando el hablaba de que estaba muy precabido en caer en esos estos estereotipos de la «puertorriqueñidad malvada», yo le creí, pero mira que leyendo varias entrevistas que le hacen a él, y viendo algunos videos donde él expone este trabajo ( y otros parecidos en San Francisco), a comunidades de médicos o psiquiatras, me parece complicado porque muestra fotografías donde finalmente termina reforzando estos estereotipos a través de imágenes que se quedan en los imaginarios de estos científicos… entonces no sé aún no entiendo a Bourgois del todo….

      Publicado por Deissy Perilla | 4 marzo, 2013, 10:02 am
      • Sobre el tema del componente individual en la etnografía y si este da cuenta de “lo social”, creo que el texto de Bourgois nos presenta varias opciones para lidiar con este problema. Aquí les pongo algunas de las técnicas que encontré en el texto:
        Como bien lo explicó Deissy en su ensayo, el primer paso es tener en cuenta los estereotipos (como el racismo) en los que pueden caer los investigadores al describir los personajes que observan.
        EL segundo paso sería comparar las experiencias y los datos que recoge el etnógrafo, con los datos oficiales. Bourgois nos explica en su texto que los datos oficiales del censo, no cuadraban con la información que el había recogido. Esto muestra una ruptura en la comunicación entre estado y sociedad, que el investigador puede dilucidar.
        Otro elemento importante que percibí en el texto de Bourgois, es comparar varías historias de vida y así encontrar elementos comunes en el comportamiento, a pesar de las diferencias individuales.

        Publicado por CATALINA DELGADO ROJAS | 4 marzo, 2013, 12:25 pm
  3. El ensayo de Deissy me deja con la siguiente pregunta: si en algunos casos el antropólogo puede entender la retórica de los símbolos, pero no cómo los símbolos son «experienciados» por el observado, ¿No incurre el antropólogo en un error al juzgar estas prácticas?

    Publicado por CATALINA DELGADO ROJAS | 4 marzo, 2013, 12:34 pm

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